La movilidad sostenible

La movilidad sostenible comprende el conjunto de acciones que permite a las personas, colectivos y comunidades, satisfacer las necesidades de desplazamiento, acceso, comunicación y convivencia, privilegiando la equidad social, la integración urbana, el mejoramiento y buen uso de los espacios públicos a través de medios de locomoción de bajo coste social, ambiental y energético sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras (Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, 2022, p.15)

Figura 1: Ciclista. Fotografía: Sandra Aguilera

El transporte activo

El transporte activo se refiere a la acción de trasladarse mediante el uso de la energía del cuerpo humano para impulsarse. En su forma más simple, comprende caminar y trotar. Sin embargo existen dispositivos, como los ciclos, que permiten extender las posibilidades para hacer más eficiente el uso de la energía, facilitando un menor tiempo de viaje, alcanzar mayores distancias o brindar diversión a la experiencia de moverse (Cook, S. et al, 2022).

Figura 2: Vías recreativas dominicales. Fotografía: Sandra Aguilera.

Los ciclos

Los ciclos son el conjunto de vehículos que, por un lado, requieren de la energía y el movimiento producido por el cuerpo humano para ser impulsados, o pueden contar motores eléctricos, que asisten o reemplazan el trabajo del cuerpo humano. Estos motores tienen una potencia máxima de 250 watts, la que se ve disminuida o interrumpida cuando la persona deja de pedalear o se alcanzan los 25 km/h. No todos los ciclos hacen parte del transporte activo (DFL 1, 2007).

Figura 3: Distintos tipos de ciclos en Chile. Fuente: Elaboración propia.

Figura 4: La relación del transporte activo y los ciclos. Fuente: Elaboración propia, adaptado de More than walking and cycling: What is ‘active travel’ (p.155), por Cook, E et al, 2022, Transport Policy, 126.

No son ciclos, entre otros, las motos con motor mosquito, las motocicletas eléctricas y cualquier otro vehículo a combustión interna o eléctrico que supere los 25 watts de potencia y velocidades sobre los 25 km/h.

Figura 5: Vehículos que no son ciclos. Fuente: Elaboración propia.

Ciclo - inclusión

La ciclo-inclusión es un enfoque para la planificación urbana y del transporte que busca que las personas puedan moverse de forma segura, cómoda y conveniente en bicicleta y otros ciclos. Implica cambiar el foco tradicional centrado en el automóvil particular para trabajar por un ecosistema multimodal, justo y equitativo, que reconozca la diversidad de personas y la intermodalidad de sus viajes, entre otros aspectos.

La ciclo-inclusión como política pública

La ciclo-inclusión como política pública va más allá de la implementación de ciclovías. Busca potenciar los beneficios -personales y sociales- del uso de ciclos, al tiempo que reduce las barreras que experimentan quienes contemplan la idea de pedalear, pero no se atreven. Integra aspectos normativos, de infraestructura, operacionales y culturales, de forma coordinada, con el objetivo de habilitar la experiencia de moverse en bicicleta -u otros ciclos- para un amplio espectro de la población. Para que personas de todo género y edad puedan optar por este modo de transporte, se requiere un trabajo intersectorial que considere su promoción desde ámbitos tan variados como la salud o la educación.
Hablar de ciclo-inclusión es reconocer a la bicicleta -y los ciclos- como un modo de transporte más dentro del sistema, considerando los ajustes necesarios para su integración efectiva. La infraestructura, en particular las ciclovías, no deben ser entendidas como soluciones sólo para ciclistas, sino más bien como un estándar necesario para fomentar su uso por parte de más personas. Así, los ciclos dejan de ser tratados como un elemento aislado, de uso exclusivo de un grupo, y se suma a las diferentes opciones de movilidad que tienen las personas.

Figura 6: Cuatro ámbitos de una política ciclo-inclusiva. Fuente: Elaboración propia adaptado de Vialidad Ciclo-inclusiva: Recomendaciones de Diseño (p.42), por Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2015.

Una política ciclo-inclusiva está compuesta de cuatro ámbitos de acción que deben trabajar coordinados entre sí. Estos son:

  • Infraestructura física: Es el espacio construido que sirve de soporte físico para la movilidad. Contempla todo tipo de infraestructura incluyendo: el diseño vial, la geometría y sus elementos constructivos; el mobiliario urbano, como biciestacionamientos, barandas de apoyo, señalización, demarcación; las bicicletas compartidas y sus estaciones, entre otros.
  • Cultura y comunidad: Considera aquellos aspectos de comportamiento e interacción humana en el espacio público, o fuera de él. Incorpora la participación ciudadana y las estrategias de información, promoción, capacitación y educación. Integra las prácticas de movilidad de las personas, usuarias y no usuarias de los modos activos, en estrecha relación con los aspectos físico espaciales.
  • Leyes y normas: Es el ámbito que incluye los cuerpos legales, normativos y regulatorios del uso de ciclos como modo de transporte. Puede incluir normativas de urbanismo, construcción, planes reguladores y ordenanzas, legislación de tránsito, normativas laborales, entre otras.
  • Operación y gestión: Define las lógicas funcionales y operativas que integran los ciclos al sistema de transporte. Incluye la interacción e integración con el transporte público, la programación de los semáforos, la operación de sistemas de bicicletas compartidas, y la intermodalidad de ciclos con el transporte público, entre otros. Considera, además, el monitoreo para la obtención de antecedentes -cualitativos y cuantitativos- que permitan identificar los impactos positivos y las posibilidades de mejora.

La ciclo - infraestructura

Al hablar de ciclo-infraestructura tendemos a pensar únicamente en ciclovías. Es decir, el espacio dedicado a la circulación de ciclos que está segregado del flujo motorizado. Sin embargo, reducir la ciclo-infraestructura a este único formato de circulación refuerza la creencia de que la ciclo-inclusión se logra únicamente con ciclovías, o que la calle como tal no puede ser un espacio seguro para ciclistas. Así, se desestiman otras posibilidades como la reducción de velocidad o la disminución de intensidad del flujo de vehículos motorizados en una vía, que harían factible la convivencia de modos.
La ciclo-infraestructura es diversa y comprende otros elementos que están fuera del espacio de circulación, como el mobiliario dedicado al apoyo de ciclistas, semáforos y puntos de intercambio modal. Incluso hay elementos que, sin ser pensados como facilidades para ciclos, terminan brindando apoyo. Por ejemplo, estructuras metálicas que sirven de soporte para asegurar bicicletas ante la falta de estacionamientos o las estaciones de servicio automotor que actúan como puntos de asistencia mecánica en ruta.
Además, existen otros elementos de carácter social que refuerzan la ciclo-inclusión. Por ejemplo, cuando un grupo de personas pedalean juntas por varias cuadras, haciéndose más visibles como conjunto, o las tiendas y talleres de bicicletas que brindan apoyo técnico. En suma, debemos entender que la tarea de diseñar ciclo-infraestructura va más allá de las decisiones sobre aspectos técnicos del espacio de circulación. En este proceso se deben abordar, además, elementos operacionales, sociales y normativos, que en su conjunto conforman un sistema complejo en constante evolución.

Referencias

  • Cook, S., Stevenson, L., Aldred, R., Kendall, M., Cohen, T. (2022). More than walking and cycling: What is ‘active travel’?. Transport Policy, 126, 151-161.

  • DFL 1, Fija Texto Refundido, Coordinado y Sistematizado de la Ley de Tránsito. Diciembre 27, 2007, Diario Oficial [D.O] (Chile)
  • Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones. (2022). Estrategia Nacional de Movilidad Sostenible. (2a ed.).

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