Para lograr redes ciclo-inclusivas existen tres estrategias que se pueden implementar. Una alternativa es separar completamente a los ciclos del tránsito vehicular. Otra opción es segregar la vía para ciclos, entregando un espacio exclusivo en la calzada. Por último, es posible compartir el espacio en la calzada, siempre que se tomen medidas de calmado de tránsito. Decidir por una u otra dependerá principalmente de tres condicionantes: el espacio físico disponible, la velocidad máxima permitida y el volumen del tránsito de vehículos en la vía, las que a la vez dependen en gran medida de la categoría de la vía planificada en el Instrumento de Planificación Territorial correspondiente. Estas condicionantes pueden ser susceptibles al cambio, por lo que durante el proceso de diseño pueden ser modificadas para aplicar la estrategia más adecuada.
Para avanzar hacia redes ciclo-inclusivas que permitan conectar todos los orígenes y destinos de una ciudad, será necesario utilizar todas las estrategias previamente descritas. No es necesario, ni conveniente, que todas las calles tengan ciclovías segregadas, cuando en muchos casos será más costo-efectivo calmar el tránsito y compartir el espacio. Así mismo, aun cuando siempre será deseable tener un mayor número de rutas separadas, estas nunca tendrán la cobertura necesaria para llegar a todas partes. Así entonces, las rutas que las personas realicen tendrán muchas veces que utilizar vías separadas, segregadas e integradas para conectar origen y destino, lo que implica poner especial atención en cómo estas distintas vías se conectan entre sí.
La separación: Se trata de rutas independientes, alejadas del tránsito vehicular, generalmente de uso recreativo, deportivo o turístico. Suelen ubicarse en parques, bordes costeros, lacustres y ribereños. Aunque son muy deseables, al ser adecuadas para todas las personas, independiente de su género o edad, su ámbito de aplicación es limitado, por lo que constituyen una parte menor de la red.