La ciclo - infraestructura
Al hablar de ciclo-infraestructura tendemos a pensar únicamente en ciclovías. Es decir, el espacio dedicado a la circulación de ciclos que está segregado del flujo motorizado. Sin embargo, reducir la ciclo-infraestructura a este único formato de circulación refuerza la creencia de que la ciclo-inclusión se logra únicamente con ciclovías, o que la calle como tal no puede ser un espacio seguro para ciclistas. Así, se desestiman otras posibilidades como la reducción de velocidad o la disminución de intensidad del flujo de vehículos motorizados en una vía, que harían factible la convivencia de modos.
La ciclo-infraestructura es diversa y comprende otros elementos que están fuera del espacio de circulación, como el mobiliario dedicado al apoyo de ciclistas, semáforos y puntos de intercambio modal. Incluso hay elementos que, sin ser pensados como facilidades para ciclos, terminan brindando apoyo. Por ejemplo, estructuras metálicas que sirven de soporte para asegurar bicicletas ante la falta de estacionamientos o las estaciones de servicio automotor que actúan como puntos de asistencia mecánica en ruta.
Además, existen otros elementos de carácter social que refuerzan la ciclo-inclusión. Por ejemplo, cuando un grupo de personas pedalean juntas por varias cuadras, haciéndose más visibles como conjunto, o las tiendas y talleres de bicicletas que brindan apoyo técnico. En suma, debemos entender que la tarea de diseñar ciclo-infraestructura va más allá de las decisiones sobre aspectos técnicos del espacio de circulación. En este proceso se deben abordar, además, elementos operacionales, sociales y normativos, que en su conjunto conforman un sistema complejo en constante evolución.