En Chile, como en casi todo el mundo, circulamos por la mano derecha y esta convención se aplica para todos los vehículos, desde transportes motorizados hasta el Metro. Esta dinámica de navegar el espacio se aprende con la práctica y se integra en nuestro funcionamiento cerebral cuando nos desplazamos por veredas, pasillos, andenes e incluso se puede ver claramente en las puertas giratorias. Entonces la ciclo-infraestructura puede resultar compleja e inconveniente cuando es inconsistente con este acuerdo de circulación. Esta regla básica es el soporte de las prácticas, las reglas escritas y obligaciones que ordenan las interacciones y el comportamiento entre actores del tránsito. Este orden busca evitar conflictos o colisiones, otorgando predictibilidad a la interacción y las maniobras de las personas en el tránsito.
Al circular manteniendo la derecha aparecen otras convenciones clave:
- se adelanta por el costado izquierdo.
- quien viene en sentido contrario lo hace por la izquierda.
El acuerdo de circulación define los elementos básicos para saber qué esperar, desde donde vendrían las personas o los vehículos, tanto para cuando se está en movimiento o se está detenido en interacción con otros en movimiento. Entrega un marco base de certeza.
El sistema de circulación también define cómo se desarrollan las maniobras, tanto las de adelantamiento, como en los cambios de trayectoria y viraje. Quien vira a la derecha por lo general no interviene en las trayectorias de otros, mientras que al virar a la izquierda interviene la trayectoria de adelantamiento como la del sentido contrario. Por esto, el viraje a la izquierda, el adelantamiento y los sentidos opuestos se caracterizan por ser las situaciones de mayor complejidad y riesgo.
Por ejemplo, los virajes a la izquierda tienden a ser más complejos y riesgosos, especialmente en vías bidireccionales, complejidad que aumenta mientras más pistas por sentido existen. Por esta razón, los virajes a la izquierda tienden a prohibirse o regularse a través de fases semafóricas específicas. Esta complejidad se da porque el viraje a la izquierda se constituye como una disrupción, al concentrar mayor estrés debido a la propia excepcionalidad de la maniobra y la muy probable detención del flujo vehicular.Además, se debe tener en cuenta el tiempo y el espacio necesarios para realizar la maniobra sin riesgo de choque o colisión. Finalmente, dado el diseño geométrico de las vías, esta maniobra requiere un radio de giro mayor que el viraje a la derecha. La combinación del nivel de estrés, las limitadas oportunidades para llevar a cabo el viraje a la izquierda y el mayor radio de giro hacen que, en la práctica, esta maniobra se realice a mayor velocidad.
Las intersecciones, rotondas, empalmes o puntos de interacciones complejas son más seguras cuando son legibles y coherentes con el acuerdo de circulación establecido para las vías, incluyendo las ciclovías.
La figura 1 compara dos sistemas: uno con ciclovías unidireccionales y el otro con una ciclovía bidireccional. El primero integra a los ciclos en el acuerdo de circulación, mientras que el segundo los excluye y crea un sistema paralelo que no se integra al sistema base. Esta situación crea nuevos conflictos tanto para ciclistas como para conductores de vehículos motorizados, complicando la navegación de la ciclo-infraestructura.