Enfoque de derechos
La Convención sobre los Derechos del Niño (1989) y diversos otros instrumentos establecen que las niñas y niños tienen derecho a participar en las decisiones que los afectan, de acuerdo con su edad y madurez. Esta participación no puede ser un acto simbólico o decorativo: debe ser con mecanismos y con reconocimiento de sus aportes.
En el ámbito urbano, esa participación significa escucharlos en diagnósticos, imaginar junto a ellos escenarios de movilidad, calles seguras, zonas de juego, recorridos escolares y alternativas de transporte.
En el contexto de movilidad infantil, recientes estudios señalaban que la movilidad independiente (es decir, que niñas y niños se trasladen sin la supervisión directa de un adulto) está condicionada por múltiples factores: la configuración urbana, las percepciones de seguridad, las autorizaciones de familias, etc.
Incluir a la infancia en diagnósticos y diseño no es simplemente un costo adicional: es una inversión metodológica que aporta datos, perspectivas renovadas y legitimidad local. Algunas razones clave para esta integración:
- Visibilidad de lo invisible: Niñas, niños y adolescentes identifican obstáculos, rutas de uso cotidiano o zonas de inseguridad que muchas veces pasan inadvertidas para las personas adultas.
- Mejor adherencia al proyecto: Cuando las personas sienten que sus voces fueron consideradas, la implementación encuentra respaldo social, aceptación y menor resistencia.
- Innovación metodológica: Escucharles obliga a diversificar las dinámicas (dibujos, recorridos, modelos lúdicos, talleres participativos, mapas emocionales) y renovar la praxis urbana.
- Decisiones más informadas: Sus aportes pueden revelar contradicciones, prioridades diferentes y ofrecer nuevas soluciones para movilidad, espacio público y seguridad.
La evidencia demuestra que la movilidad independiente (cuando se permite) se asocia con mayores niveles de actividad física infantil y bienestar general. En un estudio en Reino Unido, tener mayor autonomía para moverse localmente se correlacionó positivamente con el juego al aire libre, uso de transporte activo y ejercicio estructurado.