Las personas al pedalear se desplazan utilizando su propia energía para moverse. Esto implica exponerse a fuerzas externas que condicionan la velocidad y el esfuerzo al impulsarse. En términos generales, las personas en ciclos deben superar tres fuerzas: la resistencia al rodamiento, provocada por el estado del pavimento; la resistencia aerodinámica, provocada por el viento; y la gravedad, provocada por las diferencias de pendiente. Al diseñar infraestructura para ciclos, uno de los objetivos de quien diseña es reducir estas impedancias al mínimo posible, evitando una pérdida de energía innecesaria.
Las principales causas para la pérdida de energía son:
- Pérdidas por fricción en la propia bicicleta.
- Resistencia superficial, provocada por el pavimento.
- Resistencia aerodinámica ante el viento en contra.
- Pérdidas por vibración, en el marco, el sillín y los neumáticos.
- Frenado y aceleración.
- La gravedad, al enfrentarse a una pendiente.
Sobre estas causas, en el diseño se tendrá control sobre algunas de ellas. Si bien la primera es propia del vehículo, las demás dependen, en mayor o menor medida, del diseño de la infraestructura. La figura 1 expone las distintas formas de resistencia, en relación a la energía que requiere una persona en bicicleta para alcanzar una cierta velocidad, entre las que destacan el roce, el viento y la pendiente (CROW,2011).